La varicela es una de las enfermedades clásicas de la infancia y una de las más contagiosas. Es una enfermedad causada por un virus y provoca en el niño o adulto afectado la aparición de cientos de ampollas por todo el cuerpo, llenas de líquido, que dan sensación de picor. Las ampollas, una vez que se revientan, dan lugar a la formación de costras.
La mayoría de los casos de varicela ocurre durante la niñez antes de cumplir los 10 años. La enfermedad es generalmente leve, aunque ocasionalmente pueden ocurrir complicaciones serias, siendo éstas más frecuentes cuando las personas afectadas son adultos o niños mayores. La varicela es una enfermedad extremadamente contagiosa y puede diseminarse por contacto directo. Incluso aquellas personas afectadas por una enfermedad leve y después de haber sido vacunados pueden ser contagiosos.
La mayoría de los niños con varicela presentan síntomas vagos como fiebre, dolor de cabeza, dolor de estómago o pérdida del apetito durante uno o dos días antes de brotar la varicela. Estos síntomas duran entre 2 y 4 días después de la erupción. En un caso típico de varicela se pueden llegar a desarrollar entre 250 a 500 ampollas pequeñas y llenas de fluido sobre manchas rojas en la piel. Frecuentemente, la aparición de las ampollas se suelen dar primero en la cara, tronco o cuero cabelludo y posteriormente se diseminan por el resto del cuerpo.
Transcurridos uno o dos días, las ampollas se tornan turbias y se convierten en costras. Es importante evitar que el niño o adulto afectado se rasque puesto que la mayoría de las ampollas no dejarán cicatrices a menos que se contaminen de bacterias en aquellos casos en los que el paciente se rasca.
En cuanto al tratamiento de la varicela, en la mayoría de los casos, es suficiente mantener a los niños cómodos mientras sus propios cuerpos combaten la enfermedad. Asimismo, un antihistamínico oral, así como lociones tópicas pueden ayudar a aliviar el picor. Es recomendable también cortar las uñas para evitar el rascado y reducir así posibles infecciones, lo que favorece la cicatrización de las ampollas. Es importante recordar que a los niños con varicela no se les debe administrar ácido acetil salicilico para bajar la fiebre, ya que su empleo está asociado con el desarrollo del conocido como síndrome de Reye.
No lo olvide: pregunte siempre a su farmacéutico, él le informará sobre estas y otras cuestiones relacionadas con la salud y el medicamento.