En los meses más calurosos del año, es esencial no solo protegernos del sol y mantenernos hidratados, sino también considerar cómo el calor puede afectar la eficacia y seguridad de los medicamentos que tomamos. Este es un aspecto que comúnmente se pasa por alto, pero que merece ser atendido debido a sus posibles consecuencias. Son los profesionales farmacéuticos quienes tienen los conocimientos necesarios para educar y orientar a los pacientes sobre cómo el calor puede afectar la efectividad de los medicamentos y cómo manejar sus tratamientos durante los meses más calurosos del año.

Ante este escenario, el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (CGCOF) advierte de la necesidad de cumplir con las recomendaciones de uso y conservación de los medicamentos y recuerda qué medicamentos requieren una especial atención. En concreto, hasta 7.500 presentaciones comercializadas y dispensables en Farmacia Comunitaria -cerca del 50% de un total de 15.000- precisan de especial precaución durante una ola de calor, especialmente en los fármacos que deben conservarse en la nevera, como los medicamentos con indicación en el tratamiento de la diabetes o las vacunas.

Hasta 7.500 presentaciones comercializadas y dispensables a través de farmacia comunitaria requieren especial precaución durante una ola de calor»

Medicamentos que pueden agravar los efectos de la ola de calor

Existen fármacos que pueden agravar los efectos de las altas temperaturas. Algunos de ellos, como los diuréticos, promueven la deshidratación y la pérdida de electrolitos. Otros, como los antiinflamatorios, afectan la funcionalidad renal. Además, ciertos medicamentos interfieren con los mecanismos naturales de pérdida del calor en nuestro cuerpo, como los antihistamínicos y los fármacos utilizados para tratar el Parkinson. Finalmente, hay fármacos que pueden aumentar directamente la temperatura corporal, tales como analgésicos, por ejemplo, el tramadol o los antipsicóticos empleados en el tratamiento de la esquizofrenia.

Medicamentos como antipsicóticos, antihistamínicos, antiinflamatorios, diuréticos y antidepresivos pueden agravar los efectos de las altas temperaturas, favoreciendo la deshidratación o elevando la temperatura corporal»

Medicamentos y vacunas, conservación en nevera

Más de 1.000 presentaciones de medicamentos comercializados en España deben conservarse en la nevera a una temperatura de entre 2 y 8 grados. De ellas, alrededor de 400 son dispensables en las Farmacias Comunitarias y el resto son de uso hospitalario. En estos casos, el Consejo General recomienda utilizar una nevera portátil para transportarlos hasta casa y conservarlos a temperatura indicada, utilizándolos tan pronto como se hayan sacado del frigorífico, especialmente en estas fechas en las que más viajamos.

Por su parte, en el caso de las vacunas que deben mantenerse en nevera, el procedimiento es el mismo. Entre el centenar de vacunas comercializadas y disponibles en las farmacias se encuentran algunas vacunas antigripales, indicadas frente a la hepatitis B o C o frente al rotavirus, que es una de las principales causas de diarrea grave en niños menores de cinco años.

El prospecto del fármaco, clave

Leer el prospecto del fármaco es clave ya que contiene las recomendaciones de uso y conservación de los medicamentos y vacunas. Desde el Consejo General de Farmacéuticos se recuerda la importancia que tiene su lectura antes de utilizarlos. Asimismo, ante cualquier duda que surja respecto a este ámbito, se debe preguntar al farmacéutico, especialmente en los productos que necesitan de conservación especial, sea en frío o una temperatura inferior a 20 o 30 grados.

Formas farmacéuticas más sensibles al calor

Los medicamentos que deben conservarse a una temperatura por debajo de 25 o 30 grados tienen un límite superior de tolerancia, y el rebasar puntualmente estas temperaturas no tiene consecuencia sobre la estabilidad o la calidad de medicamentos. No obstante, hay que supervisar las condiciones de conservación de este grupo de fármacos que agrupa a cremas, pomadas, geles, supositorios y óvulos.

Algunas formas farmacéuticas como cremas, supositorios y óvulos son muy sensibles al calor»

Por ejemplo, en cremas o pomadas se puede producir una separación de las fases, en las que el medicamento deja de tener un aspecto homogéneo y se puede distinguir una parte acuosa o semisólida; en el caso de los óvulos o supositorios se pueden reblandecer. En estos casos, se recomienda evitar utilizarlos.

Asimismo, los estudios de los medicamentos que no comportan ninguna mención especial de conservación demuestran que no se degradan cuando son expuestos a temperaturas de 40 grados durante seis meses.