Literatura – Revista Farmacéuticos https://www.farmaceuticos.com/revista Fri, 28 Jun 2024 06:50:03 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5 https://www.farmaceuticos.com/revista/wp-content/uploads/2024/02/cropped-favi-cion-farmaceuticos-1-32x32-1.png Literatura – Revista Farmacéuticos https://www.farmaceuticos.com/revista 32 32 Nebrija: más allá de las palabras https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/nebrija-mas-alla-de-las-palabras/ Sat, 10 Sep 2022 14:59:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1452 Las palabras se posaron suavemente sobre las aguas del río Henares. Andaban un poco despistadas, tristes y desconsoladas. Su gran valedor, el insigne humanista, Antonio de Nebrija, acababa de exhalar su último suspiro. Corría el año del Señor de 1522.

El canto de las aves que pueblan las marismas del Bajo Guadalquivir acunaron al pequeño Antonio. Sus días infantiles transcurrieron en la localidad sevillana de Lebrija donde había nacido en 1444. Su verdadero nombre era Antonio Martínez de Cala. Se hizo Bachiller en Salamanca. Poseedor de una gran inteligencia y curiosidad por el saber, siendo muy joven, se encaminó hacia Bolonia realizando sus estudios en el Real Colegio de España. Es fácil imaginar a nuestro sabio resguardándose del frío en los extensos soportales que recorren el casco viejo de la ciudad o alzando sus ojos hacia las altísimas torres que engalanaban la urbe.

El canto de las aves que pueblan las marismas del Bajo Guadalquivir acunaron al pequeño Antonio. Su verdadero nombre era Antonio Martínez de Cala.

Eran tiempos luminosos donde el Renacimiento se abría paso. Tiempos en los que se veneraban la poesía, la oratoria, la gramática, el arte, la ciencia y la cultura. Allí se empapó del humanismo cristiano. Regresó a España de la mano del arzobispo de Sevilla, Fonseca, donde se preparó para la enseñanza de la lengua latina. Adoptó el sobrenombre de Elio Antonio de Nebrija. Nebrija, por el nombre latino de su Lebrija natal, y Elio, por la familia de los Elios, famosa familia de la antigua Roma, de la cual proceden los emperadores béticos, Trajano y Adriano.

A las orillas del río Tormes llegaban las alegres risas, los comentarios y retazos de conversaciones que estudiantes y profesores lanzaban al viento. Se hablaba mucho de un ilustre maestro que acababa de llegar a la Universidad de Salamanca. Nebrija ocupó la cátedra de Gramática en 1476. Renunciando a la carrera eclesiástica, casó con una dama salmantina: Isabel de Montesinos y Solís con la que tuvo, según parece, nueve hijos. Pronto publicó sus «Introduciones Latinae», conocida por los estudiantes como «el Antonio», manual muy popular y sencillo, cuyo propósito era introducir al lector al latín y que le sirvió de idea para la creación de su famosa «Gramática de la lengua castellana.”

En 1492, a la par que las tres carabelas partían al encuentro del Nuevo Mundo, el gran sabio español llega a la conclusión de que para estudiar bien el latín, es necesario aprender el castellano, y fija las reglas del mismo. Aunque en su momento fue una rareza, su importancia fue más tardía, e influyó en las gramáticas de otras lenguas vulgares, tales como la francesa, la alemana o la portuguesa. Nebrija le dedicó la «Gramática» a Isabel la Católica, y el saber popular le atribuye al insigne gramático la famosa divisa de «tanto monta, monta tanto». Asimismo alumbró dos diccionarios fundamentales y bilingües (castellano-latín, latín-castellano) que marcarán todos los diccionarios posteriores. Obras que abrieron un nuevo modelo en la enseñanza ya que- como él mismo señaló- muchas disciplinas, desde el derecho a la medicina, estaban en peligro al ser explicadas a partir de fuentes deformadas. Inteligente y audaz, orgulloso y ostentoso, se atrevió a penetrar en las demás ciencias y disciplinas escribiendo ensayos sobre cosmografía, botánica o medicina.

En 1492, a la par que las tres carabelas partían al encuentro del Nuevo Mundo, el gran sabio español llega a la conclusión de que para estudiar bien el latín, es necesario aprender el castellano, y fija las reglas del mismo.

La lengua es el instrumento del que se sirven los demás saberes. En la ciencia, han perdurado numerosas obras que reflejan los conocimientos adquiridos por la humanidad en el pasado: Hipócrates y su Corpus; Dioscórides y «de Materia Médica»; la extensísima obra de Galeno; el libro de los medicamentos de Marcelo de Burdeos, que vivió entre los siglos IV y V; los recetarios y herbarios de Casio Félix o Teodoro Prisciano; la enciclopedia de Cornelio Celio, la Historia natural de Plinio o el Canon de Avicena entre muchísimas otras. Si consideramos que todo este corpus de obras médicas han constituido la base en la que se han apoyado la enseñanza, la práctica médica y farmacológica durante siglos.

¿Qué hubiera sido de este legado científico si no se hubiese traducido desde sus fuentes primitivas en el mundo clásico? Este proceso se realizó de una forma paulatina en el que se fueron adaptando distintos criterios pedagógicos, influenciados por los diferentes periodos históricos o geográficos, así como las modificaciones lingüísticas. Todos estos textos han realizado un largo viaje hasta que llegaron al Renacimiento y de ahí se difundieron al mundo occidental: Grecia, Roma, Bizancio y el Islam, compilándose y traduciéndose en el Medioevo cristiano a través de las Escuelas de Salerno, Chartres y Toledo.

Ya en la Edad Moderna, en el humanismo renacentista, nacerá la figura del médico filólogo que se dedicará a depurar los textos. Entre ellos podemos nombrar a Miguel Servet, que además de su conocida obra sobre la circulación pulmonar, realizó un estudio que tuvo gran impacto, sobre la concocción y los jarabes. Y no podemos olvidar a la gran figura renacentista española, Andrés Laguna. Su obra más célebre es su versión castellana con comentarios de la Materia médica de Dioscórides; traducción clara y precisa que engrandeció el conocimiento del uso farmacológico de la botánica y que estuvo de actualidad durante tres siglos. La difusión del Dioscórides en España se debe en gran parte a la edición que Antonio de Nebrija publicó en Alcalá en 1518, a la que añadió un «lexicón» donde establecía la correspondencia en castellano, de los nombres griegos y latinos de las plantas que aparecían en el texto.

La difusión del Dioscórides en España se debe en gran parte a la edición que Antonio de Nebrija publicó en Alcalá en 1518, a la que añadió un «lexicón»

El maestro de Lebrija elaboró un arte de la propia lengua vulgar. Su regla de oro era: «se ha de escribir como se habla y hablar como se escribe». Sintiéndose profundamente español, sabía que la lengua iba más allá de las palabras. Porque la lengua es el vehículo de comunicación y diálogo que nos hizo humanos. Parece ser, que el gen FOXP2 está íntimamente relacionado con el lenguaje. Y aunque los expertos no se ponen de acuerdo sobre el origen del mismo, es posible que la teoría del lingüista estadounidense Chomsky – de que la capacidad para aprender el lenguaje es innato en nuestra especie- sea cierta.

Más allá de las palabras están las ideas, que surgen de nuestro yo conceptual más profundo; la inspiración se puede transformar en palabras, porque estas van unidas a emociones y pensamientos. Y como dijo Platón- «son el canal por donde se transmite la semilla inmortal del conocimiento»-. Y los libros, afirmaba Borges,- son la creación más asombrosa del hombre, pues constituyen una extensión de su memoria e imaginación-.

Nebrija amaba las palabras por encima de todas las cosas; gran partidario de la imprenta, impulsó su uso en España y luchó por los derechos de autor. Riguroso en su hacer tuvo enfrentamientos con la Inquisición, al revisar y descubrir errores de traducción del texto de la Vulgata de San Jerónimo, pero sí le fue permitido participar en la traducción y publicación de la Biblia políglota complutense auspiciada por el cardenal Cisneros.

Nebrija amaba las palabras por encima de todas las cosas; gran partidario de la imprenta, impulsó su uso en España y luchó por los derechos de autor.

Cuentan que era de estatura mediana, bien proporcionado y se le recuerda con su bonete de paño de terciopelo, rodeado de libros, pluma en mano, enjuto el rostro, vivos los ojos y nariz corva y prominente. Siempre tuvo en su corazón a su gran mecenas, el último Maestre de la Orden de Alcántara, Juan de Zúñiga y Pimentel, a cuya corte literaria perteneció. Nunca olvidó sus estancias en Zalamea de la Serena, Villanueva de la Serena, Gata, Béjar, Plasencia, Sevilla o Granada que le permitieron cumplir sus sueños y anhelos. Su último destino fue la cátedra de Retórica de la Universidad de Alcalá de Henares.

Y las aguas del Henares, del Tormes y del Guadalquivir, hace cinco siglos ya, entonaron su más triste canción, para despedir a aquel amante y caballero de las letras quien a sus orillas tantas veces paseó. Hombre excepcional que había vivido por, para y más allá de las palabras.

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Por el camino de los almendros en flor https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/por-el-camino-de-los-almendros-en-flor/ Fri, 10 Jun 2022 15:13:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1463 Fiel a su cita, el heraldo de la primavera llegó entregando su flor primera. Entre sus ramas, se tropiezan las mariposas, que en su deambular los nuevos colores hacen brillar. Agreste y austero, adorna los caminos, es promesa de un manjar: la almendra que vendrá.

La floración de los almendros es siempre un alegre acontecimiento cuando sus flores blancas y rosadas llenan parques y caminos. Es el prunus más madrugador. Sentir el despertar de la primavera nos hace más felices y amables. Según los neurocientíficos, pasear bajo los árboles mejora los niveles de estrés. Y es que el mundo vegetal tiene mucho que enseñarnos. Señala Stefano Mancuso, director del Laboratorio Internacional de Neurología Vegetal de la Universidad de Florencia, que las plantas son capaces de intercambiar muchísima información, bien a través de las raíces en forma de impulsos, bien a través de moléculas liberadas a la atmósfera. Es un proceso de autoprotección ante posibles peligros para preservar el medio del cual depende su vida. Hablan entre ellas, y entre murmullos esperan la señal que les diga que el invierno ha terminado y que comenzará el buen tiempo.

La floración de los almendros es siempre un alegre acontecimiento cuando sus flores blancas y rosadas llenan parques y caminos. Es el prunus más madrugador.

El almendro será el primero en despertar de su sueño invernal. Le seguirán el cerezo, el ciruelo, el albaricoquero y el melocotonero. Todos ellos poseen características morfológicas semejantes: pertenecen al género Prunus. Gracias a sus frutos de gran calidad son viejos conocidos por la humanidad. El cerezo tiene su origen en el Mar Negro; su fruta, la dulce y carnosa cereza, es fuente de vitaminas A y C, rica en hierro y sales minerales. Desde el Valle del Jerte hasta el Japón, su floración es todo un acontecimiento festivo. El ciruelo da asimismo un fruto abundante en hidratos de carbono, vitaminas y es, al igual que las cerezas, laxante.

El melocotón y el albaricoque se cultivan en China desde tiempo inmemorial. El melocotonero es conocido como «el árbol de la vida» y su fruto redondeado de fina piel, tiene allí un simbolismo de protección e inmortalidad. Por su alto contenido en nutrientes y fibra, se puede usar como guarnición; en mermeladas; en almíbar; y principalmente en zumos.

Al igual que todos los alimentos, los prunus, especialmente el melocotón, pueden producir alergias. Las manifestaciones clínicas se localizan a nivel orofaríngeo o urticarias y posiblemente una gran mayoría de alérgicos al melocotón, lo son al polen. Es lo que se conoce como alergias cruzadas. Las reacciones alérgicas están relacionadas con la histamina y para contrarrestar los efectos se usan principalmente los fármacos antihistamínicos que actúan a nivel de los receptores H1. La primera sustancia con actividad antihistamínica (2 isopropil-5-metil-fenoxietil) dietil amina, la sintetizó un farmacéutico, el hispano francés Ernest Fourneau en colaboración con la bioquímica Anne María Staub en 1933, pero no fue hasta 1942 cuando se utilizó la fenbenzamina de forma terapéutica en humanos. La molécula de histamina había sido sintetizada in vitro por vez primera en 1907 por Windaus y Vogt. Posteriormente George Barger (químico nacido en Manchester) y Henry Dale (farmacólogo y fisiólogo londinense) la aislaron del cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea) en 1910.

La primera sustancia con actividad antihistamínica (2 isopropil-5-metil-fenoxietil) dietil amina, la sintetizó un farmacéutico, el hispano francés Ernest Fourneau en colaboración con la bioquímica Anne María Staub en 1933

Entre las enfermedades asociadas a la histamina se encuentran ciertas enfermedades respiratorias que causan broncoconstricción, obstrucción nasal y asma bronquial. Hoy día ya se habla de antihistamínicos de tercera generación con claras ventajas farmacológicas sobre los anteriores.

Hace cien años moría el genial escritor francés Marcel Proust. Su novela, En busca del tiempo perdido, cuya lectura es todo un reto, es infinita en tiempo, espacio y evocación. Para aquellos que la conocen, el larguísimo relato (compuesto por siete volúmenes), quedará para siempre en su memoria. Es un retrato de la sociedad parisina decadente y sofisticada, pleno de referencias históricas. Un lienzo impresionista, donde los personajes entran y salen en escenarios llenos de nostalgia, y en el que como música de fondo se oye a Wagner, Chopin, Frank, Gounod o Mozart. Un soliloquio, donde el escritor relata el amor y los celos, la ansiedad, el tormento y el dolor. Sobre todo el dolor.

Su vida personal y literaria se vio afectada por el asma severa que padeció hasta su muerte. Su padre Adrien Proust fue un eminente patólogo y epidemiólogo. Su hermano Robert que también era médico, nunca olvidó la primera crisis asmática que padeció el pequeño Marcel cuando contaba con nueve años de edad y creyeron que iba a morir. Este fue el primero de los muchos episodios que de esta enfermedad sufrió el autor a través de su vida. Aunque tuvo algunos años de mejoría, el asma nunca le abandonó. Incluso empeoró debido a los tratamientos de la época consistentes en purgas, uso de cigarrillos para asmáticos, fumigaciones, alimentación solo de leche y aislamiento. Como se pensaba que era un problema nervioso fue asimismo tratado con tranquilizantes y tónicos y para contrarrestar su debilidad consumía grandes cantidades de cafeína, lo que le provocaba insomnio.

Su hermano Robert que también era médico, nunca olvidó la primera crisis asmática que padeció el pequeño Marcel cuando contaba con nueve años de edad y creyeron que iba a morir.

Un hombre que vivía entre el sueño y la vigilia, que fue capaz de narrar los placeres, las emociones y las situaciones cotidianas por medio de la memoria involuntaria, que es la que trae los recuerdos, plenos y vivos, como si el tiempo no existiese. Bien conocido es el episodio en el primero de sus volúmenes, «Por el camino de Swann», de la descripción de la magdalena en la que el protagonista recupera sus más tempranos recuerdos y sensaciones, al mojarla en un té caliente y degustarla.

En el quinto libro de la serie, «La prisionera», compara la memoria con una vieja botica: «En nuestra memoria hallamos de todo; es una especie de farmacia, de laboratorio químico en el que uno, al azar, toma ora una droga calmante, ora un peligroso veneno».

Prisionero de su padecimiento y aislado del mundo real, recordaba que de pequeño, observaba las floraciones primaverales a través de un cristal. Soñaba con» recobrar el tiempo perdido», «ir por el camino de Swann», o «charlar con las muchachas en flor». Proust amaba la naturaleza especialmente los espinos en flor y las florecillas silvestres de los caminos. Quería sentir el deseo de vivir al encontrarse con la belleza.

¿Que tendrán estos árboles que tanta emoción transmiten? ¿Será su fugacidad, su fecundidad o su armonía?

La belleza que encierra el cuadro de los frutales de Monet, donde la primavera se deja ver a través de las ramas de los mismos; la luz naciente que trasciende desde los almendros en flor pintados por Van Gogh. Recordemos que el dramaturgo Jardiel Poncela, a «Eloísa bajo un almendro la ubicó» y que Chejov en su obra «el Jardín de los cerezos», personifica la nostalgia de un tiempo lejano. Y precisamente un campo sembrado de melocotoneros es el protagonista de la película ganadora del Oso de Oro de la Berlinale en 2022, » Alcarràs» dirigida por Carla Simón.

¿Que tendrán estos árboles que tanta emoción transmiten? ¿Será su fugacidad, su fecundidad o su armonía?

Las cigüeñas hace tiempo que llegaron. Las abejas renuevan su ofrenda consumándose el milagro de la polinización. Los pétalos irán cayendo como lluvia sobre los caminos, que se irán pintando de blanco y rosa. Flores delicadas, añoranza del Edén. Es el prodigio de la primavera.

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