Historia – Revista Farmacéuticos https://www.farmaceuticos.com/revista Fri, 28 Jun 2024 06:50:12 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.5 https://www.farmaceuticos.com/revista/wp-content/uploads/2024/02/cropped-favi-cion-farmaceuticos-1-32x32-1.png Historia – Revista Farmacéuticos https://www.farmaceuticos.com/revista 32 32 El manantial del calcio https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/el-manantial-del-calcio/ Tue, 05 Sep 2023 10:25:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1246 Éxodo 3:8. Yahvé conduce a su pueblo de la mano de Moisés a la tierra prometida, a una tierra ancha y buena que mana leche y miel: alimentos fundamentales para alejar la aflicción y encontrar la felicidad.

La Biblia está repleta de alusiones a estos dos alimentos básicos que también aparecen en el paraíso musulmán. Usados desde los albores de la civilización por sus propiedades nutritivas y/o medicinales, siempre han tenido un fuerte contenido simbólico: fertilidad y prosperidad. De ambos fluidos biológicos nos detendremos en la leche, un auténtico manantial de calcio.

Cuando los antiguos griegos elevaban sus ojos hacia el cielo en las noches estrelladas del verano, acuñaron el término galaxia, (leche en griego) para denominar ese brillo lechoso que es la Vía Láctea, en relación al reguero dejado por la diosa Hera al amamantar a Heracles.

Históricamente la lactancia materna era la única forma de garantizar la salud y supervivencia del recién nacido.

La leche es un alimento completo que proporciona los nutrientes necesarios y de forma equilibrada para el desarrollo de los bebés y crías. La producción de leche característica de los mamíferos es una adaptación evolutiva. Se han descrito casi 5.500 especies diferentes de mamíferos, tan diversos como la ballena azul o los murciélagos. Todos poseen una característica común: las glándulas mamarias productoras de leche. Hay especies como la foca de Weddel que vive en la Antártida, que durante el periodo de lactancia transfiere hierro desde el hígado a su leche, para facilitar así la capacidad buceadora de su cría. El tiempo de lactancia varía de una especie a otra, siendo la más larga, la de los orangutanes que pueden mamar durante ocho años o más. En el caso del ser humano, al existir otras alternativas, la lactancia cobra otra dimensión.

Aunque la OMS recomienda que casi todas las madres sigan dando el pecho a sus bebés hasta los seis meses, la decisión de dar o no el pecho es una elección que debe tomar cada mujer y que en muchos casos no es posible, bien por vulnerabilidad o enfermedad.

Históricamente la lactancia materna era la única forma de garantizar la salud y supervivencia del recién nacido. En la prehistoria, la maternidad y especialmente la lactancia fueron determinantes en el desarrollo social y cultural. A diferencia de otros animales, los humanos nacemos desvalidos. Este hecho hizo que se creara una nueva cultura social de lo materno. La lactancia, que genera larga dependencia, condicionó al grupo que se tuvo que reorganizar para apoyar a las madres, lo que supuso una cooperación social de padres, tíos y abuelas, estableciéndose una estrechez de lazos afectivos que generó la pérdida de movilidad de las comunidades prehistóricas. Hecho, que unido a otros factores propició el sedentarismo.

En el Antiguo Egipto, la lactancia duraba tres años; en la Grecia clásica, era primordial. En el mundo romano se acostumbraba a utilizar nodrizas, especialmente en las clases altas, uso que también estuvo presente en la Edad Media. Durante la Edad Moderna representó un símbolo de status y a su vez significaba un complemento para la economía en el entorno rural. En España durante el siglo XIX ganaron gran fama las amas de cría procedentes de Cantabria, especialmente las pasiegas.

Pero una vez que se acaba la lactancia ¿Es bueno beber leche o no? Durante generaciones ha sido considerado un alimento primordial para todas las edades. Llevamos, desde el Neolítico, unos nueve mil años de experiencia domesticando animales productores de leche. Fue el arma secreta de Gengis Kan, los mongoles se expandieron durante el siglo XIII, creando un imperio que albergaba una cuarta parte de la población mundial que se extendía desde Corea hasta el Danubio. Su alimentación se basaba en los productos obtenidos del ganado que siempre los acompañaban. Fermentaban la leche de ovejas, cabras, yeguas y camellas. Sabemos que los lácteos fermentados son más fáciles de digerir y conservar. Sin necesidad de la ciencia de hoy día, aprendieron a usar microorganismos y enzimas naturales para hacerlo. Así nacieron los yogures, los quesos y el kéfir. Productos ancestrales de los que hay testimonios escritos en la antigua Sumeria y Babilonia; el queso más antiguo descubierto hasta ahora tiene unos 3.200 años; apareció en Egipto, en la tumba de un funcionario a la orden los faraones Seti I y Ramsés II. En la Grecia antigua eran las cabras y ovejas las mayores productoras de leche mientras que en la India y en el resto de Europa predominaban las vacas.

El queso más antiguo descubierto hasta ahora tiene unos 3.200 años; apareció en Egipto, en la tumba de un funcionario a la orden los faraones Seti I y Ramsés II.

Las vacas son capaces de transformar las fibras vegetales en proteínas lácteas, criadas en prados son animales eficientes pero al abandonar los pastos, la huella ecológica se ha disparado y el consumo de los lácteos se ha puesto en entredicho. Parece cierto que la alergia a las proteínas de la leche de vaca está aumentando, especialmente durante la infancia. Curiosamente, la raza blanca es más tolerante a la lactosa que el resto, gracias a una mutación producida en algunas poblaciones hace 30.000 o 40.000 años.

Controversias aparte, la leche y sus derivados son una de las fuentes principales dietéticas de calcio, aunque los vegetales del género Brassica, (coles, brócoli, etc.) también lo aportan en gran cantidad. Es el mineral más abundante en el organismo, formando parte de los huesos y dientes principalmente. Por ello el consumo de lácteos es muy recomendable especialmente en situaciones carenciales, embarazo, lactancia o envejecimiento.

Atrás quedaron las vaquerías y lecherías donde se vendía leche fresca. En las vaquerías había un establo donde guardaban las vacas para ser ordeñadas. En Madrid hubo muchas y fue costumbre hasta bien entrado el siglo XX. La leche fresca había que hervirla antes de consumirla para evitar enfermedades. Con la llegada de la leche pasteurizada, fueron desapareciendo.
La pasteurización es un proceso por el cual al calentar la leche a altas temperaturas antes de ser embotellada, se consigue la destrucción de los patógenos que puedan existir, impidiendo la fermentación sin alteración alguna de su estructura o su composición. Lleva el nombre del químico y bacteriólogo francés Louis Pasteur, quien en 1864, mejoró y explicó científicamente el logro que anteriormente había conseguido su compatriota Nicolas Apper, pionero en la conservación hermética de alimentos por calor.

Posteriormente se fundó la primera fábrica de leche concentrada azucarada, que gracias a su composición se pueden conservar por largos periodos. Uno de los creadores de la leche condensada fue el boticario suizo Henri Nestlé. El fundador de la empresa Nestlé tenía grandes conocimientos de química, lo que le permitió elaborar una fórmula compuesta de leche, azúcar y harina de trigo (Farina Lactee). Con este producto consiguió salvar la vida del pequeño James Schenetzer, hijo de un amigo y colaborador, que por no poder alimentarse de la leche materna estuvo a punto de no sobrevivir. Esta receta fue muy eficiente para la alimentación de los bebés, tuvo un gran éxito, siendo el germen de la primera empresa alimentaria del mundo. Hoy día, la lactancia artificial es una alternativa eficaz y segura. Los farmacéuticos conocen bien todo lo relativo a las fórmulas de inicio, las de continuación y las especiales, estando perfectamente preparados para asesorar sobre la mejor leche en cada período.

Uno de los creadores de la leche condensada fue el boticario suizo Henri Nestlé. El fundador de la empresa Nestlé tenía grandes conocimientos de química, lo que le permitió elaborar una fórmula compuesta de leche, azúcar y harina de trigo (Farina Lactee).

Actualmente a partir de la leche de mamíferos transgénicos y gracias a la ingeniería genética, es posible la obtención de proteínas útiles en diversas terapias contra enfermedades autoinmunes o relacionadas con la coagulación sanguínea.

La leche de origen animal siempre ha estado unida a la humanidad, y así se ha reflejado en el arte, especialmente en el Medievo: son famosos los lienzos de la Virgen amamantando al Niño, ejemplarizantes para fomentar la lactancia; «La Lechera de Burdeos» de Goya nos muestra a una mujer que transporta un cántaro rebosante de leche; Sorolla pinta con gran naturalidad a las «lecheras donostiarras» y Vermeer expresa en su «Lechera» un momento cotidiano e íntimo. En la literatura, la novela pastoril es todo un género: simboliza la naturaleza y el amor. Garcilaso, Cervantes y Lope de Vega se dejaron llevar por su embrujo. Aunque el compositor Liszt nació en una granja lechera, fue el músico Schneider quien compuso la suite orquestal «Leche de Otoño», para la película homónima.

No me puedo olvidar del saber popular, del famoso cuento de la lechera, basado en la fábula de Esopo. Y les dejo con los acordes de «Tengo una vaca lechera…». Y si les apetece, disfruten de una rica leche merengada ¡Tolón, Tolón!

]]>
Un abanico de mar, te voy a regalar https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/un-abanico-de-mar-te-voy-a-regalar/ Mon, 05 Jun 2023 10:51:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1248 Solo te lo podré dar si me acompañas a un increíble viaje. No necesitarás maletas, pero sí aletas, para sumergirte en las aguas del ancho mar. No es fácil de encontrar; sus ramificaciones llenas de color danzan al ritmo de las corrientes marinas, y ancla su cuerpo a una roca como si perteneciera al reino vegetal. Pero no es una planta, ni un coral; es un pequeño animal.

El abanico de mar es un bello ejemplar de pólipo que pertenece a las Gorgonias, crece en forma de abanico y su estructura –esqueleto púrpura, violeta o blanco– puede alcanzar hasta dos metros de alto. Está emparentado con las anémonas, las medusas, y los corales.
Los organismos coralinos tienen los cuerpos blandos, forman colonias y son autosuficientes. Aunque algunos no poseen esqueleto, los que lo tienen, funcionan como protector calcáreo y es el que compone los llamados arrecifes de coral. Producen fascinantes paisajes submarinos. Algunos de ellos se crearon hace 50 millones de años. Viven en los lugares tropicales de todo el planeta y rebosan de vida. El más extenso –de mayor tamaño que Italia– es la Gran Barrera de Coral sita en Australia y le sigue el Arrecife Mesoamericano, en el mar Caribe. Especialmente bellos son los atolones: islas coralinas con una laguna interior que normalmente se comunica con el mar. Se suelen formar alrededor de una isla volcánica cuando esta se va hundiendo en el océano. De igual importancia respecto a la biodiversidad, son los bosques de coral negro, que a diferencia de los anteriores, viven en aguas más frías y en zonas de penumbra. Y al ser bioconstructores sirven de hábitat a invertebrados y algas. Son muy resistentes: los de la Isla de la Palma sobrevivieron intactos a la erupción del volcán de Cumbre Vieja en 2021.

El abanico de mar es un bello ejemplar de pólipo que pertenece a las Gorgonias, crece en forma de abanico y su estructura –esqueleto púrpura, violeta o blanco– puede alcanzar hasta dos metros de alto.

Los corales se reproducen asexualmente cuando son pólipos genéticamente idénticos, aunque la mayoría lo hace de forma sexual. Se podría decir que son «hijos de la luna» puesto que tras un episodio de luna llena, una vez al año, millones de ejemplares desprenden una nube de óvulos y espermatozoides que se encontrarán en la superficie del mar. Se alimentan de pequeños peces y sobre todo de plancton.

El plancton marino está formado por millares de especies, su nombre significa “vagabundo” en griego y es invisible para el ojo humano. Está constituido por cinco grupos de organismos: virus, hongos, bacterias, zooplancton y fitoplancton, que es el más importante e incluye a los organismos fotosintéticos. Un universo por descubrir. Su aplicación biotecnológica puede ser de gran envergadura. Especialmente en el empleo de nuevas moléculas de uso farmacéutico y cosmético.

El potencial curativo que poseen los organismos del mar es enorme. Se están estudiando proteínas procedentes de venenos de caracoles marinos que pueden producir analgésicos mucho más potente que la morfina; algas, esponjas o ascidias pueden tener la llave para tratar enfermedades víricas, Alzheimer o el cáncer. Antitumorales como la trabectedina extraídos de una ascidia llamada Ecteinascidia tubirnata es ya una realidad. Según investigadores de la Universidad de Utah (EE UU), los corales blandos son fuente de eleuterina, potente anticancerígeno.

El coral más famoso es sin duda el coral rojo. Alegoría de la suerte, la prosperidad, armonía y fertilidad y asociado a las aguas cálidas ha sido muy cantado por los poetas. En un madrigal, Quevedo nos cuenta: Tres cruces de sus dedos celestiales/Engastó en perlas y cerró en corales; Lope de Vega hace nacer corales entre nieve fría. Y curioso es el del poeta y fabulista canario, Tomas de Iriarte cuando escribe: Metióse Amor a boticario un día/bella Orminta, y compuso una receta/para curar a un mísero poeta/que herido de sus flechas padecía. Mezcló la leche, el néctar, la ambrosía/la azucena, la rosa y la violeta;/el metal rubio del primer planeta,/el coral y las perlas que el mar cría. Y el músico inglés Edward Elgar compuso su obra “Donde descansan los corales” basada en un poema de su compatriota, Richard Garrett.

El plancton marino está formado por millares de especies, su nombre significa “vagabundo” en griego y es invisible para el ojo humano.

Los corales rojos descansaban formando auténticos bosques en buena parte del mediterráneo hasta mediados del siglo XVIII. Cuando el coral se saca del mar, sus características físicas cambian: se endurece y toma un color rojo muy intenso. Esta naturaleza especial hizo que desde la antigüedad se le atribuyeran propiedades curativas y mágicas, ya Dioscórides escribe sobre ellas en su famoso tratado. En farmacia podía formar parte de algunos polvos dentífricos. Ciertos médicos antiguos consideraban que poseía las mismas propiedades que las piedras preciosas: cordial, antídoto o absorbente. Durante la Edad Media tuvo mucho éxito; se empleaba como remedio para enfermedades relacionadas con la sangre por su color, con las varices debido a su forma arborescente, y propiciatorio para los partos. También era útil para protegerse del mal, de ahí, su amplio uso como amuleto. Toda esta fascinación quizá venga heredada de la leyenda de Medusa, monstruo marino cuya mirada convertía en piedra todo lo que miraba. El héroe Perseo cortó su cabeza y de la sangre vertida nació el coral.

El llamado “oro rojo” tenía un valor simbólico y la iconografía cristiana lo adoptó: así en las escenas de la Virgen con el Niño, se observan ramitas de coral en la mano del Cristo o alrededor del cuello. Los italianos Ghirlandaio, Mantegna, Piero de la Francesca o Masaccio lo incorporaron a muchas de sus obras. En España podemos encontrar algunas como la Virgen del Coral, en la catedral de Sevilla o la Virgen de la Leche en Valencia, donde todos los niños que están con sus madres a los pies de la Virgen, portan al cuello un collar de cuentas de color rojo. Existen muchísimos ejemplos en cuadros de Epifanía, martirios, nacimientos, o crucifixiones. Quien quiera profundizar sobre este tema, existe un interesante trabajo realizado por Pedro Luis Hernando Sebastián titulado “La iconografía del coral rojo en la pintura medieval española”.

Cuando el coral se saca del mar, sus características físicas cambian: se endurece y toma un color rojo muy intenso. Esta naturaleza especial hizo que desde la antigüedad se le atribuyeran propiedades curativas y mágicas

Su uso más apreciado fue en piezas de joyería: collares, pulseras, anillos, colgantes, estatuillas, lo que fue esquilmando los fondos marinos de tan preciada especie. Actualmente y debido a las olas de calor, la acidificación y la contaminación, las poblaciones están siendo llevadas al colapso. Por esta razón, los científicos están intentando salvar los arrecifes y con ello la biodiversidad submarina con métodos muy diferentes; cultivos en granjas submarinas, microfragmentación, o por reproducción asistida.

Como la tecnología siempre ha estado ahí para conocer las maravillas del mar, un equipo de expertos ha captado imágenes submarinas en 360º de los grandes arrecifes para Google Maps, y así poder zambullirnos y nadar junto a los peces tropicales sin levantarnos del sofá.

Te podría ofrecer un paseo en el submarino Peral, una travesía a bordo del Calypso de Jacques Cousteau; un viaje de 20.000 leguas con el capitán Nemo en el Nautilus; e incluso vivir en el Yellow Submarine, pero Neptuno, el dios del mar, está muy enfadado y las nereidas, tritones, y sirenas ya no quieren jugar entre las olas. Por eso, aunque un abanico de mar, te voy a regalar, no lo podrás tocar, ni arrancar !Solo lo podrás admirar y así preservar las maravillas que nos brinda la mar!

]]>
Los albarelos de Sorolla https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/los-albarelos-de-sorolla/ Fri, 10 Mar 2023 15:24:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1439 Posados sobre un mueble del estudio del maestro, la luz cenital los ilumina de vez en cuando. Son más de una docena, de distinto tamaño y procedencia. Parecen los protagonistas de un bodegón: son los albarelos de Sorolla.

Estos botes de farmacia contienen una esencia muy poderosa. Las armas del pintor: sus pinceles. Los pinceles que en manos de Sorolla llevaron la luz del sol y el azul del mar a los lienzos. Luz y color, atrapados para siempre; para brillar en cualquier rincón del planeta, puesto que la obra del gran pintor valenciano se encuentra repartida en gran parte del mundo, en instituciones, museos y colecciones particulares. Pinceles que han sentido el suspiro del mar; que quieren navegar entre las olas; cabalgar sobre la espuma blanca; ser una gota deslizándose sobre la piel; la arena bajo los pies de un niño; trazar el vaivén de una vela marinera; insuflar el viento que desordena los cabellos… !Y viajar en manos del artista!

Muy joven empezó su formación como pintor en la Real Academia de San Carlos de Valencia, que compaginaba con su trabajo como iluminador de fotografías en el taller de Antonio García Peris.

Joaquín Sorolla nació en 1863. A los dos años quedó huérfano y fue criado por sus tíos. Muy joven empezó su formación como pintor en la Real Academia de San Carlos de Valencia, que compaginaba con su trabajo como iluminador de fotografías en el taller de Antonio García Peris. Allí conoció a Clotilde, hija del mismo, con quien se casó en 1888. Fue un matrimonio muy unido. Gracias a su extensa relación epistolar conocemos multitud de detalles de su vida familiar. Sorolla viajó muchísimo.

En su juventud pasó temporadas estudiando en Roma, Paris y Londres. Posteriormente se instala en Madrid, aunque siempre suspiró por volver a vivir entre sus naranjos. Ama pintar la naturaleza que se transforma continuamente y para él hasta la sombra tiene luz. En 1906 es reconocido internacionalmente y en 1911 compra la casa de sus sueños, un lugar donde poder trabajar y vivir con su familia. El palacete sito en la calle Martínez Campos, (actualmente Museo Sorolla), es un oasis en medio de la ciudad. Joaquín se encargó personalmente de su decoración y diseño. El jardín dividido en tres espacios tiene aires de la Alhambra y del Alcázar sevillano. Entre flores y arrayanes, estatuas y columnas, arrullados por el sonido de las fuentes y el colorido de los azulejos, Sorolla solía invitar a sus amigos a ricas paellas valencianas. Porque Sorolla tenía un sin fin de amigos.

Amigos valencianos como Blasco Ibáñez y Benlliure. Franceses como Pedro Gil Moreno de Mora o madrileños como Beruete quien lo introdujo en los ambientes intelectuales. Conoció y retrató a Alfonso XIII, Galdós, Ginés de los Ríos, Unamuno, Baroja y María Guerrero, entre otros. Uno de los retratos más famosos es el de su amigo y médico personal, el doctor Luis Simarro. Es un maravilloso cuadro titulado Una investigación, en el cual Sorolla capta el ávido interés de los discípulos y compañeros del doctor ante un descubrimiento científico, en un ambiente de penumbra donde un solo punto de luz ilumina al investigador rodeado de frascos y reactivos. Al premio Nobel Ramón y Cajal lo pinta con una elegante capa junto a sus libros y un detalle de un corte trasversal del cerebelo, aludiendo a la especialidad como histólogo del personaje.

Numerosos médicos posaron para su amigo Joaquín. Rostros creados bajo un prisma velazqueño, maestro al que siempre admiró.

Numerosos médicos posaron para su amigo Joaquín. Rostros creados bajo un prisma velazqueño, maestro al que siempre admiró. Galería de galenos: oftalmólogos como Rafael Cervera; el dermatólogo Jaime González, su gran amigo de Jávea, al que admiraba profundamente además de por su ciencia, por su grandeza de alma; urólogos como el Dr. Albarrán, quien lo operó de próstata o su alumno Enrique LLuria. Al doctor Joaquín Decref y Ruiz, cubano como los dos anteriores y responsable de la introducción de la medicina rehabilitadora y la fisioterapia en España, lo pinta con un elegante traje gris que resalta su mirada melancólica. Por el contrario, al patólogo Amalio Gimeno lo sitúa en un florido jardín. Importante es mencionar a los médicos de la familia: Rodríguez de Sandoval y Medinaveitia. Así como al Dr. Marañón, alumno de este último, a quien retrata con una escultura realizada por su hija Helena Sorolla.

Como vemos, la relación de los profesionales de la medicina con Sorolla a lo largo de su vida fue muy especial, aunque también la tuvo con destacados farmacéuticos. Uno de ellos fue Joaquín Rosado Munilla, primo segundo de Ortega y Gasset. Escritor, editor y farmacéutico, tenía una farmacia en el nº 4 de la plaza Mayor de Plasencia. Considerado como uno de los valores intelectuales de Cáceres, fue subdelegado de Farmacia. La prensa de la época destaca su disertación sobre la heroína «Doña María la Brava», en el Ateneo, en febrero de 1928. Nuestro artista lo conoció con motivo de su visita a dicha localidad en 1917, cuando realizaba por aquellas tierras parte de la colosal empresa que le había encargado el hispanista Archer M. Huntington. Durante su estancia allí solían ir juntos al cine de la ciudad y posteriormente mantuvieron correspondencia postal.

El panel dedicado a Extremadura, “por sus personas y por el hermoso conjunto de la ciudad de Plasencia iluminada por el sol de la tarde”, había dejado muy satisfecho al pintor. Este fue uno de la serie de grandes paneles al óleo que bajo el título de Visión de España iban a decorar la biblioteca de la Hispanic Society de Nueva York, propiedad del propio Huntington. Con este objeto, decidió viajar por toda España desde 1912 a 1919, para tomar apuntes “in situ”.

En una de estas pequeñas calles se encuentran la botica y la casa de Platón Páramo, hombre ilustre donde los haya.

La primavera de 1912 se muestra en todo su esplendor cuando Sorolla llega a la encantadora villa medieval de Oropesa, con objeto de retratar a los tipos populares lagarteranos. Queda impresionado por el paisaje de la Sierra de Gredos, que se alza tras la extensa llanura; por las callejuelas estrechas salpicadas de iglesias y sus casas solariegas, y por el impresionante castillo que actúa de centinela: el Palacio de los Álvarez de Toledo. En una de estas pequeñas calles se encuentran la botica y la casa de Platón Páramo, hombre ilustre donde los haya. Político, fue alcalde de Oropesa y gobernador de Santander. Farmacéutico de oficio, se doctoró con la tesis “la recolección de los vegetales y sus partes para uso medicinal”; gran coleccionista de antigüedades, experto en cerámica de Talavera, e íntimo amigo del ceramista y fotógrafo Ruiz de Luna.

Páramo acogió en su casa al pintor durante su estancia en la población, le dio consejos de como curar su reuma (salicilato y agua salada), e incluso puso a su disposición su coche de caballos. Sorolla en agradecimiento le hizo un interesante retrato sobre la paleta que utilizó esos días. La casa es hoy día un precioso hotel rural que gracias a su actual propietario, José Luis Jiménez Martín, ha conservado todo su sabor, en el que destaca el bello patio que mantiene una portada gótico-mudéjar, así como parte de los azulejos originales. Aquí se celebraban interesantes tertulias dentro de las corrientes intelectuales de la época, el 98 y el Krausismo, difundido a través de la Institución Libre de Enseñanza. Una de las características era la búsqueda de las raíces profundas de los pueblos, lo que se traduce en un afán de coleccionismo.

Sorolla va recogiendo en sus viajes las artesanías propias de los lugares, entre los que destacan las piezas de cerámica. Buscando tanto la decoración como su utilización práctica. Así que acostumbra a guardar sus pinceles en botes de farmacia.

Sorolla va recogiendo en sus viajes las artesanías propias de los lugares, entre los que destacan las piezas de cerámica. Buscando tanto la decoración como su utilización práctica. Así que acostumbra a guardar sus pinceles en botes de farmacia. Su colección consta de una treintena de albarelos. Encontramos siete decorados con temas vegetales en azul con fondo blanco procedentes de Teruel, que están datados principalmente entre 1700 y 1800; dos, provenientes de Zaragoza con líneas ondulantes y cartelas, también en azul y blanco. El grupo más abundante son los de Talavera de la Reina, dada su amistad con los Ruiz de Luna, en los que destacan los de tema heráldico de la Orden de los Jerónimos (león rampante), de la Orden Carmelita, Jesuitas (águila bicéfala), con el escudo del Monasterio de Guadalupe o de estilo Barein con orlas que imitan encaje o puntilla. En la colección no podían faltar los albarelos procedentes de Manises entre los que destaca uno que porta la característica «rosa gótica».

Recorrieron los pinceles el mundo en manos del artista. Conocieron sus pueblos, gentes y paisajes: contemplaron la Alhambra, y en Sevilla se sintieron nazarenos; dieron vida a las naranjas; respiraron el Cantábrico; capturaron la plata en forma de atunes; retrataron a grandes señoras e ilustres caballeros. También denunciaron la pobreza y el abuso de autoridad pintando el realismo social. Se enredaron en alhelíes y rosales amarillos, y cuando las manos cansadas del pintor ya no pudieron sostenerlos, regresaron a sus refugios de cerámica, a los preciosos albarelos que desde su rincón en la casa del pintor, ven pasar el tiempo orgullosos de su legado.

]]>
Pintando al sol del mediodía https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/pintando-al-sol-del-mediodia/ Tue, 10 Jan 2023 15:34:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1443 Una ventana. Tras los cristales, un exuberante jardín donde palomas y jilgueros entonan sus cantos. Al fondo el azul del mediodía. El azul mediterráneo. Bañado de sal y luz. Un paisaje pintado. Un sueño recordado a través de la profunda mirada del genio.

La mirada de Picasso lleva dentro la mirada del niño que fue. Aquel que correteaba entre las palomas que residían como él, en una hermosa plaza del sur de España. En una ciudad, que por su luz, sus gentes y su clima, fue rebautizada por Vicente Aleixandre, como «la Ciudad del Paraíso». Hasta su casa volaba la brisa que subiendo por la calle Alcazabilla, traía sabor a mar, un cierto olorcillo a fritura, y sonidos de cantes y guitarras provenientes de un local lleno de embrujo y arte: el Café de Chinitas. A veces viajaban ecos de palmas y olés, desde la plaza de toros de la Malagueta. Y aquel niño, en la luminosa Málaga, todo lo aprehendía.

Pablo nació en 1881 dentro de una familia de clase media burguesa. Su padre José Ruiz Blasco pintaba cuadros de «comedor» y era administrativo en la Escuela de Artes y Oficios de San Telmo.

Pablo nació en 1881 dentro de una familia de clase media burguesa. Su padre José Ruiz Blasco pintaba cuadros de «comedor» y era administrativo en la Escuela de Artes y Oficios de San Telmo. A don José le gustaba acudir a la tertulia que se organizaba en la rebotica de la cercana farmacia de Francisco Mamely, en la esquina de la calle Granada con la Plaza de la Merced. Una botica que había abierto sus puertas en 1739. Cuentan que en la tarde del 25 de diciembre de 1884, los frascos de los estantes que contenían los mil y un remedios de dicha botica, empezaron a caerse debido a un terremoto.

El padre de Picasso salió corriendo hacia su casa para reunirse con su familia. María, su mujer, se encontraba en un estado de embarazo muy avanzado, por lo que se dirigió hacia el domicilio de su compañero y amigo Muñoz Degrain, que en su opinión, tenía unas habitaciones más seguras. Y allí, nació la segunda hija del matrimonio, Lola. La preocupación del padre de Picasso era lógica porque aún recordaba el accidentado nacimiento del pequeño Pablo, al que dieron por muerto, y por ello la partera lo había dejado sobre una mesa. Su tío Salvador, médico, allí presente, estaba fumándose un puro y el humo hizo toser al recién nacido, lo que lo salvó. Así abría sus inmensos ojos el artista que se iba a asomar a un siglo cargado de sueños, ilusiones, guerras y decepciones.

La familia era muy tradicional y el niño fue bautizado en la cercana y antigua iglesia de Santiago, donde se habían casado sus padres. Entre bordados y rezos, en los felices días de su infancia tras los cristales de su casa señorial con balcones, en alguna tarde de lluvia, sus pupilas captaban todos los matices, colores y tonalidades que la tarde, caprichosa y primaveral, iba dejando en su pasar. Del gris, al rosa, al azul, al amarillo brillante, tras la tormenta. Caleidoscopio multicolor. Formas distorsionadas. Ramas rotas por el viento. Papeles en movimiento. Un “collage” de la naturaleza que imperceptiblemente iba inundando el espíritu del futuro genio.

Su primera pintura la realizó sobre la tapa de una caja de puros de su padre y era de temática taurina, afición que le acompañó durante toda su vida.

Su primera pintura la realizó sobre la tapa de una caja de puros de su padre y era de temática taurina, afición que le acompañó durante toda su vida. A los nueve años pintó un oleo del puerto de Málaga. Desde ese mismo puerto, un año después, la familia Picasso, se embarca rumbo a Galicia para instalarse en la Coruña donde el padre es contratado como profesor de dibujo en un instituto. La nueva casa se encuentra a dos pasos del mar. Tierra de pescadores como la que habían dejado atrás. Pero…! Que distinto mar!… El estruendo del Cantábrico se dejaba oír más allá del hercúleo faro. El viento hacía temblar los vidrios de las fachadas de las galerías, que solo de vez en cuando, se encendían con el sol.

Durante los años que pasa en esta lluviosa ciudad, su padre que le ve aptitud, lo encamina hacia las Bellas Artes. Así sus principios como pintor, llevan el sello clásico, con gran dominio de la técnica del dibujo y el retrato. El primer retrato importante es el realizado al doctor Pérez Costales.

Ramón Pérez Costales era un personaje de especial relevancia en la sociedad coruñesa del siglo XIX, filántropo, político, gran hombre de ciencia y amigo de la familias Picasso y Pardo Bazán. Su influencia fue clave para que el muchacho pudiera exponer sus pinturas en un establecimiento de la calle Real en dicha ciudad. En el número 92 de esta misma calle, se encontraba la farmacia de Gumersindo Pardo Reguera. Picasso era muy amigo de su hijo Antonio, y pasaba muchos ratos en el local. El farmacéutico Pardo Reguera era además un brillante catedrático y gran retratista y fue fuente de inspiración directa en los trabajos iniciales del joven. Compartieron modelos entre los cuales estaba el doctor Costales, antes mencionado. La estancia de Picasso en Galicia se puede considerar como una etapa de aprendizaje artístico.

Conchita, la hermana pequeña, muere a causa de la difteria y la familia se traslada a Barcelona. Aquí el artista realiza su primera gran obra: «Ciencia y Caridad».

Inmerso en plena adolescencia, la vida le muestra su cara más amarga. Conchita, la hermana pequeña, muere a causa de la difteria y la familia se traslada a Barcelona. Aquí el artista realiza su primera gran obra: «Ciencia y Caridad». En ella, un médico le está tomando el pulso a una enferma, mientras una monja le ofrece un tazón a la misma. El médico -para cuya figura posó el padre de Picasso- representa la ciencia, y la monja, la caridad. Este lienzo, de tinte realista y costumbrista, premiado y reconocido, supone el punto de partida de la inmensa y colosal producción artística del genio.

Al llegar a Barcelona su educación es puramente clasicista. Pronto se topa con el modernismo y sus máximos valedores, con los que mantiene relación de amistad y camaradería: Ramón Casas, Sabartés, Rusiñol, Julio González o Casagemas. Posteriormente, tras una corta estancia en Madrid, se desplaza a París, centro de las vanguardias artísticas, donde se irá haciendo un hueco. Personaje querido a la vez que envidiado, su pintura pasa por diferentes períodos. Así conocemos la llamada época azul, de tintes sombríos, debido a la tristeza en la que se encuentra inmerso por la muerte de su íntimo amigo Casagemas. Visible es en este período la influencia del Greco. Poco después se enamora, la vida le sonríe y le llega el éxito. Estamos en la llamada época rosa: su paleta se hace cálida y se llena de arlequines y bufones; después, el arte africano y la época negra. Pero en su fuero interno hay una llama que no le deja estancarse. Necesita volar como las palomas de su infancia y crecer, experimentar nuevas rutas artísticas. Y entonces llegan «las Señoritas de Aviñón».

Obra analizada, diseccionada y estudiada hasta la saciedad, muestra un conjunto de odaliscas-prostitutas cuyos rostros y cuerpos pierden su natural redondez transformándose en líneas, ángulos y aristas. La geometría impera. No existe la perspectiva. ¡Ha nacido una nueva vanguardia artística!: el cubismo. Cierto es que artistas coetáneos ya lo han esbozado, pero es Picasso quien le da entidad. Son años maravillosos los que el artista disfruta en la Ciudad de la Luz, justo antes de la Gran Guerra. Es un momento estelar de la historia como diría Stefan Zweig. Nunca coincidieron en un mismo tiempo y lugar, tantos intelectuales y artistas. Y casi todos fueron amigos de Picasso. Max Jacob, los hermanos Stein, Braque, Matisse, Cocteau, Diáguilev, Stravisnky, Chanel… Aunque con quien mantuvo una relación más cercana fue con Apollinaire, quien a su vez le presentó al famoso Dr. Doyen, un científico muy heterodoxo que patentó varias especialidades farmacéuticas. Picasso utilizó un recorte con la publicidad de estos medicamentos en el collage cubista titulado «Bouteille et verre».

La geometría impera. No existe la perspectiva. ¡Ha nacido una nueva vanguardia artística!: el cubismo.

Creador infatigable, prolífico y poliédrico. Escultor, ceramista o diseñador. Se reviste de simbología al hacerse Minotauro; y se mira en la historia al dialogar con Velázquez, Ingres o Delacroix.

La vida y obra de Picasso es tan larga y tan intensa, tan importante e interesante, que se necesitarían varias vidas para profundizar en su legado. De ahí que solo me haya atrevido a escribir unas pinceladas que recuerden su relación con nuestra profesión, especialmente durante su juventud.

Desde una ventana de la Costa Azul, con su sempiterna camiseta a rayas, miraba el mar. Atrás quedaban los sinsabores de la guerra; el grito doloroso de la tierra; el toro y el caballo sobre la arena; el amor y el desamor. Incrustada en su alma permanecía su patria chica, alegre y luminosa. El arrullo de una paloma. Y el sol inspirando a los pintores. A la luz del mediodía.

]]>
Una «astilla» muy singular https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/una-astilla-muy-singular/ Sat, 10 Dec 2022 15:45:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1447 En la quietud de la noche, en aquel recoleto jardín, dormía y crecía una sencilla planta al compás de las campanas, rezos y cánticos que provenían de un importante monasterio. Sus flores eran blancas o violetas, sus semillas verdes o amarillas, unas veces lisas y otras rugosas.

El estudio del guisante común o Pisum sativum y su modo de reproducción por un monje agustino iba a representar la piedra angular en la que se basa toda una ciencia: la Genética.
Gregor Mendel nació en julio de 1822, hace ahora doscientos años, en Heinzendorf, República Checa. Joven muy inteligente y preparado para los estudios, había heredado de su padre, que era agricultor y granjero, conocimientos de jardinería e injertos de árboles frutales. Al ingresar como monje agustino en la Abadía de Brno encontró un ambiente intelectual y científico, amén de una gran biblioteca, una extensa colección botánica e instrumentos científicos. Así que, entre libros y rezos comenzó a realizar sus experimentos, creando híbridos de guisantes en el pequeño jardín de la abadía, fijándose en la semilla, la flor, la vaina y el tallo.

El estudio del guisante común o Pisum sativum y su modo de reproducción por un monje agustino iba a representar la piedra angular en la que se basa toda una ciencia: la Genética.

En 1866 formula los principios básicos de la herencia en un artículo titulado «Experimentos sobre la hibridación de plantas» estableciendo sus Leyes (Principios) de Mendel: de uniformidad, de segregación, y de combinación independiente. Aquí brotaría la idea de la existencia de una partícula trasmisora de la herencia, a la que hoy llamamos gen.

Este trabajo pasó desapercibido casi cuatro décadas, es lo que en la ciencia se conoce como «una bella durmiente». Y como tal, en 1900, el holandés Hugo de Vries, el alemán Carl Correns y el austriaco Erich von Tschermark la redescubrieron, despertándola para la comunidad científica. En ese momento nacía oficialmente la Genética, comenzando el desarrollo de la teoría cromosómica de la herencia; en 1941 se demuestra que el ADN es el portador de la información genética, y en 1953 Crick, Franklin y Watson descubren la estructura de la molécula de la herencia, el ADN, la famosa doble hélice de la que están compuestos los cromosomas. En 1990 se inició el Proyecto Genoma Humano, con el objetivo de cartografiar todos los genes del genoma humano y que permitirá diagnosticar un sinfín de enfermedades hereditarias y desarrollar terapias génicas. Una de las herramientas genéticas fundamentales es la tecnología llamada CRISP, una enzima que actúa como tijera genética molecular que corta, edita o corrige en una célula el ADN asociado a una enfermedad.

Hoy día el análisis comparativo del ADN nos está desvelando las migraciones de la humanidad desde sus comienzos. Por ejemplo, la mutación de un gen durante un periodo glaciar hace cincuenta mil años alteró la síntesis de la melanina, dando lugar a los pelirrojos, rasgo típico de celtas y vikingos, que posteriormente se expandió por el mundo. Está claro que cuando hablamos de los rasgos físicos la influencia hereditaria parece evidente. Cuando se trata de rasgos psicológicos, temperamento o talentos, la correlación no es tan clara. Actualmente la comunidad científica en su mayoría, está de acuerdo en que en nuestra personalidad, los factores genéticos y ambientales tienen el mismo peso.
Es el llamado peso de los genes. Hay dones y habilidades que se heredan y otras que no, y que dependen del entorno y de la cultura donde una persona crezca. De ahí que «de tal palo, tal astilla.”

En el ámbito farmacéutico este refrán se suele cumplir en muchísimos casos, dada la gran cantidad de sagas farmacéuticas, que durante siglos han ido heredando la pasión por la profesión. Pero hoy voy a hablarles de algunos personajes que criados entre albarelos y batas blancas, medicamentos y recetas, tomaron otros rumbos llegando a ser «unas astillas muy singulares”.

Hay dones y habilidades que se heredan y otras que no, y que dependen del entorno y de la cultura donde una persona crezca. De ahí que «de tal palo, tal astilla.”

Ampliamente conocida es la relación entre las diferentes carreras científicas. Existen muchísimos médicos, químicos o veterinarios cuyos progenitores son farmacéuticos. Entre ellos está el neurobiólogo madrileño Rafael Yuste. Uno de los científicos más influyentes del mundo. Su sueño de ser científico nació en la farmacia de su madre, Victoria Rojas, a la que solía ayudar en el laboratorio. Cuando tenía catorce años su padre le regaló el libro de Ramón y Cajal, “Los tónicos de la voluntad: reglas y consejos sobre la investigación científica”. Aquella lectura le impactó de tal forma, que le parecía maravilloso pasar las noches mirando por un microscopio y poder descubrir los secretos del cerebro. Estudió medicina especializándose en neurobiología. Afincado en Nueva York, en la Universidad de Columbia, es el principal impulsor del proyecto BRAIN. (Investigación del Cerebro a través del Avance de Neurotecnologías Innovadoras). El objetivo de estas investigaciones es la búsqueda de tratamientos para enfermedades como el Alzhéimer, el Párkinson, la esquizofrenia, la epilepsia o la depresión. Asimismo, Yuste está involucrado en la adopción de reglas éticas y la Neurotecnología ante el nuevo reto que supone la inteligencia artificial.

Las redes neuronales están sin duda intrínsecamente relacionadas con la memoria, la inspiración o el arte. El gran pintor del expresionismo abstracto Mark Rothko nació en una ciudad letona donde los inviernos son muy fríos y nieva con mucha frecuencia, Daugavpils. Esta población fronteriza albergó una gran población judía hasta la ocupación nazi. Entre ellos estaba la familia Rothkowith. El padre, Jakob es un intelectual farmacéutico que tiene que huir a Estados Unidos huyendo de las purgas cosacas. El niño que llega a EE UU en 1913 había presenciado escenas durísimas que lo marcaran de por vida y que influirán en su obra pictórica. A los veinte años decide consagrarse enteramente al arte. Tras la Segunda Guerra Mundial, Nueva York se convierte en el centro del arte mundial donde triunfaban las tendencias del surrealismo y la abstracción. Rothko, Pollock y de Kooning fueron sus más importantes artífices. Según la pintora Soledad Sevilla “las últimas obras de Rothko son maravillosas por su intensidad y la mística y emoción que trasmiten”. Vulnerable y solitario murió aquel niño que creció en una lejana botica, y que llegó a ser un extraordinario artista, cuyas obras se cotizan por millones de dólares.

Según la pintora Soledad Sevilla “las últimas obras de Rothko son maravillosas por su intensidad y la mística y emoción que trasmiten”.

Allá donde las meigas suelen esconderse, donde los ríos son rías, y las hortensias viven en los caminos bajo los castaños y junto a los campos de maíz, vino al mundo uno de los intelectuales más importantes que ha dado la tierra gallega: Álvaro Cunqueiro. Mondoñedo lo vio nacer una noche de relámpagos en diciembre de 1911. Su padre, Joaquín Cunqueiro, fue elegido alcalde y ejerció una gran influencia en su hijo. Era un hombre muy culto y muy bien relacionado y regentaba una farmacia situada en los bajos del viejo palacio del obispo, en cuya rebotica se organizaban tertulias en las que intervenían grandes prohombres de la sociedad local entre ellos médicos y canónigos de la ciudad episcopal.

Álvaro recuerda su infancia con mucho cariño, sus ratos en la rebotica y en la barbería de Manuel Ledo Bermúdez, en los que aprendió filosofía y música. Incansable lector y amante de las tradiciones bebió de las historias que su madre y sus niñeras le contaban. Entre sus obras hay una obra dedicada a su padre: “Tertulia de boticas peligrosas y escuela de curanderos”, en la que, según el propio autor: “va reunida mi ciencia boticaria, mi saber de farmacopea fantástica, desde la farmacia del castillo de Elsinor, la botica de la Meca, hasta la botica de los señores traductores de Toledo”.

Desde un antiguo condado inglés nos llegan noticias de otro escritor, Norman Lewis, que dio sus primeros pasos en la farmacia que su padre, Richard Lewis, poseía en Forty Hill, Middlesex. Escribió artículos de periodismo, libros de viajes, dos autobiografías y varias novelas siendo la más reconocida Nápoles 44, memoria de un oficial de inteligencia en la Segunda Guerra Mundial, que fue posteriormente llevada al cine.

Quien llevó una vida de película, con sus luces y sombras fue La Divina: María Callas. Una vida que, pese a sus éxitos, no fue fácil. Nació en Nueva York en el seno de una familia de inmigrantes griegos. Su padre era farmacéutico de profesión, George Kaloyerópulos, que al llegar a Manhattan decidió cambiar su apellido a Callas. Al separase sus padres, María volvió a Grecia y comenzó a estudiar en el conservatorio de Atenas. Su voz de soprano, su innata musicalidad y versatilidad, así como su talento dramático la hicieron triunfar en los grandes teatros de ópera del mundo.

Su padre era farmacéutico de profesión, George Kaloyerópulos, que al llegar a Manhattan decidió cambiar su apellido a Callas.

Para ella “cantar no era un acto de orgullo sino un intento de elevarse hasta esos cielos donde todo es armonía”. Su vida estuvo salpicada de escándalos. El más conocido fue su tormentosa relación con Aristóteles Onassis que supuso la ruptura de sus respectivos matrimonios. Más tarde Onassis la abandonó para casarse con Jacqueline Kennedy. Entonces la diva, que era muy propensa a tener achaques y enfermedades, cayó en una profunda depresión: “no debo hacerme ilusiones, la felicidad no es para mí”, comentó en alguna ocasión.

Uno de los directores de orquesta más importante del siglo veinte fue Sir Thomas Beecham. Lo consiguió gracias a la empresa farmacéutica que habían fundado su abuelo y su padre. Y singular fue el ascenso hasta los altares de la Beata Ana María Taigi, hija de un afamado boticario de Siena.

Y como dice James Watson: “Antes pensábamos que nuestro futuro estaba en las estrellas. Ahora sabemos que está en nuestros genes” !Gracias Señor Mendel!

]]>
Nebrija: más allá de las palabras https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/nebrija-mas-alla-de-las-palabras/ Sat, 10 Sep 2022 14:59:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1452 Las palabras se posaron suavemente sobre las aguas del río Henares. Andaban un poco despistadas, tristes y desconsoladas. Su gran valedor, el insigne humanista, Antonio de Nebrija, acababa de exhalar su último suspiro. Corría el año del Señor de 1522.

El canto de las aves que pueblan las marismas del Bajo Guadalquivir acunaron al pequeño Antonio. Sus días infantiles transcurrieron en la localidad sevillana de Lebrija donde había nacido en 1444. Su verdadero nombre era Antonio Martínez de Cala. Se hizo Bachiller en Salamanca. Poseedor de una gran inteligencia y curiosidad por el saber, siendo muy joven, se encaminó hacia Bolonia realizando sus estudios en el Real Colegio de España. Es fácil imaginar a nuestro sabio resguardándose del frío en los extensos soportales que recorren el casco viejo de la ciudad o alzando sus ojos hacia las altísimas torres que engalanaban la urbe.

El canto de las aves que pueblan las marismas del Bajo Guadalquivir acunaron al pequeño Antonio. Su verdadero nombre era Antonio Martínez de Cala.

Eran tiempos luminosos donde el Renacimiento se abría paso. Tiempos en los que se veneraban la poesía, la oratoria, la gramática, el arte, la ciencia y la cultura. Allí se empapó del humanismo cristiano. Regresó a España de la mano del arzobispo de Sevilla, Fonseca, donde se preparó para la enseñanza de la lengua latina. Adoptó el sobrenombre de Elio Antonio de Nebrija. Nebrija, por el nombre latino de su Lebrija natal, y Elio, por la familia de los Elios, famosa familia de la antigua Roma, de la cual proceden los emperadores béticos, Trajano y Adriano.

A las orillas del río Tormes llegaban las alegres risas, los comentarios y retazos de conversaciones que estudiantes y profesores lanzaban al viento. Se hablaba mucho de un ilustre maestro que acababa de llegar a la Universidad de Salamanca. Nebrija ocupó la cátedra de Gramática en 1476. Renunciando a la carrera eclesiástica, casó con una dama salmantina: Isabel de Montesinos y Solís con la que tuvo, según parece, nueve hijos. Pronto publicó sus «Introduciones Latinae», conocida por los estudiantes como «el Antonio», manual muy popular y sencillo, cuyo propósito era introducir al lector al latín y que le sirvió de idea para la creación de su famosa «Gramática de la lengua castellana.”

En 1492, a la par que las tres carabelas partían al encuentro del Nuevo Mundo, el gran sabio español llega a la conclusión de que para estudiar bien el latín, es necesario aprender el castellano, y fija las reglas del mismo. Aunque en su momento fue una rareza, su importancia fue más tardía, e influyó en las gramáticas de otras lenguas vulgares, tales como la francesa, la alemana o la portuguesa. Nebrija le dedicó la «Gramática» a Isabel la Católica, y el saber popular le atribuye al insigne gramático la famosa divisa de «tanto monta, monta tanto». Asimismo alumbró dos diccionarios fundamentales y bilingües (castellano-latín, latín-castellano) que marcarán todos los diccionarios posteriores. Obras que abrieron un nuevo modelo en la enseñanza ya que- como él mismo señaló- muchas disciplinas, desde el derecho a la medicina, estaban en peligro al ser explicadas a partir de fuentes deformadas. Inteligente y audaz, orgulloso y ostentoso, se atrevió a penetrar en las demás ciencias y disciplinas escribiendo ensayos sobre cosmografía, botánica o medicina.

En 1492, a la par que las tres carabelas partían al encuentro del Nuevo Mundo, el gran sabio español llega a la conclusión de que para estudiar bien el latín, es necesario aprender el castellano, y fija las reglas del mismo.

La lengua es el instrumento del que se sirven los demás saberes. En la ciencia, han perdurado numerosas obras que reflejan los conocimientos adquiridos por la humanidad en el pasado: Hipócrates y su Corpus; Dioscórides y «de Materia Médica»; la extensísima obra de Galeno; el libro de los medicamentos de Marcelo de Burdeos, que vivió entre los siglos IV y V; los recetarios y herbarios de Casio Félix o Teodoro Prisciano; la enciclopedia de Cornelio Celio, la Historia natural de Plinio o el Canon de Avicena entre muchísimas otras. Si consideramos que todo este corpus de obras médicas han constituido la base en la que se han apoyado la enseñanza, la práctica médica y farmacológica durante siglos.

¿Qué hubiera sido de este legado científico si no se hubiese traducido desde sus fuentes primitivas en el mundo clásico? Este proceso se realizó de una forma paulatina en el que se fueron adaptando distintos criterios pedagógicos, influenciados por los diferentes periodos históricos o geográficos, así como las modificaciones lingüísticas. Todos estos textos han realizado un largo viaje hasta que llegaron al Renacimiento y de ahí se difundieron al mundo occidental: Grecia, Roma, Bizancio y el Islam, compilándose y traduciéndose en el Medioevo cristiano a través de las Escuelas de Salerno, Chartres y Toledo.

Ya en la Edad Moderna, en el humanismo renacentista, nacerá la figura del médico filólogo que se dedicará a depurar los textos. Entre ellos podemos nombrar a Miguel Servet, que además de su conocida obra sobre la circulación pulmonar, realizó un estudio que tuvo gran impacto, sobre la concocción y los jarabes. Y no podemos olvidar a la gran figura renacentista española, Andrés Laguna. Su obra más célebre es su versión castellana con comentarios de la Materia médica de Dioscórides; traducción clara y precisa que engrandeció el conocimiento del uso farmacológico de la botánica y que estuvo de actualidad durante tres siglos. La difusión del Dioscórides en España se debe en gran parte a la edición que Antonio de Nebrija publicó en Alcalá en 1518, a la que añadió un «lexicón» donde establecía la correspondencia en castellano, de los nombres griegos y latinos de las plantas que aparecían en el texto.

La difusión del Dioscórides en España se debe en gran parte a la edición que Antonio de Nebrija publicó en Alcalá en 1518, a la que añadió un «lexicón»

El maestro de Lebrija elaboró un arte de la propia lengua vulgar. Su regla de oro era: «se ha de escribir como se habla y hablar como se escribe». Sintiéndose profundamente español, sabía que la lengua iba más allá de las palabras. Porque la lengua es el vehículo de comunicación y diálogo que nos hizo humanos. Parece ser, que el gen FOXP2 está íntimamente relacionado con el lenguaje. Y aunque los expertos no se ponen de acuerdo sobre el origen del mismo, es posible que la teoría del lingüista estadounidense Chomsky – de que la capacidad para aprender el lenguaje es innato en nuestra especie- sea cierta.

Más allá de las palabras están las ideas, que surgen de nuestro yo conceptual más profundo; la inspiración se puede transformar en palabras, porque estas van unidas a emociones y pensamientos. Y como dijo Platón- «son el canal por donde se transmite la semilla inmortal del conocimiento»-. Y los libros, afirmaba Borges,- son la creación más asombrosa del hombre, pues constituyen una extensión de su memoria e imaginación-.

Nebrija amaba las palabras por encima de todas las cosas; gran partidario de la imprenta, impulsó su uso en España y luchó por los derechos de autor. Riguroso en su hacer tuvo enfrentamientos con la Inquisición, al revisar y descubrir errores de traducción del texto de la Vulgata de San Jerónimo, pero sí le fue permitido participar en la traducción y publicación de la Biblia políglota complutense auspiciada por el cardenal Cisneros.

Nebrija amaba las palabras por encima de todas las cosas; gran partidario de la imprenta, impulsó su uso en España y luchó por los derechos de autor.

Cuentan que era de estatura mediana, bien proporcionado y se le recuerda con su bonete de paño de terciopelo, rodeado de libros, pluma en mano, enjuto el rostro, vivos los ojos y nariz corva y prominente. Siempre tuvo en su corazón a su gran mecenas, el último Maestre de la Orden de Alcántara, Juan de Zúñiga y Pimentel, a cuya corte literaria perteneció. Nunca olvidó sus estancias en Zalamea de la Serena, Villanueva de la Serena, Gata, Béjar, Plasencia, Sevilla o Granada que le permitieron cumplir sus sueños y anhelos. Su último destino fue la cátedra de Retórica de la Universidad de Alcalá de Henares.

Y las aguas del Henares, del Tormes y del Guadalquivir, hace cinco siglos ya, entonaron su más triste canción, para despedir a aquel amante y caballero de las letras quien a sus orillas tantas veces paseó. Hombre excepcional que había vivido por, para y más allá de las palabras.

]]>
La roca de las gaviotas https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/la-roca-de-las-gaviotas/ Sun, 10 Jul 2022 15:02:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1458 La silueta del ancestral templo se iba desdibujando a medida que la bruma creada por el calor lo tornaba movedizo. Como un espejismo en el desierto. Un milagro de supervivencia a través de los siglos. Una maravilla donde la memoria se hace a la vez piedra y cicatriz de un esplendoroso pasado.

El corazón de Sicilia late con fuerza desde tiempos inmemoriales; su geografía, orografía y posición estratégica la hizo ser la isla, de las que pueblan el Mare Nostrum, más deseada. Solo hay que sumergirse en el mágico horizonte del Valle de los Templos, en Agrigento, para aseverar este hecho. Allí la Historia, remota y orgullosa, se muestra en toda su magnificencia: mármoles, frisos y columnas traspasan los tiempos mostrando su “grandeur”. Vestigios de una época que a ojos de hoy se mece entre la realidad y el mito.

El corazón de Sicilia late con fuerza desde tiempos inmemoriales; su geografía, orografía y posición estratégica la hizo ser la isla, de las que pueblan el Mare Nostrum, más deseada.

La llamada Magna Grecia ocupaba los territorios del sur de la península itálica y Sicilia. En Crotona en la costa de Calabria, Pitágoras fundó la Escuela Pitagórica, movimiento filosófico-religioso que amaba las matemáticas, sobre todas las cosas; descubrieron los números irracionales y su signo secreto era el pentagrama al que llamaban “salud”.

Actualmente, al teorema de Pitágoras también se le relaciona con la salud a través de las curvas ROC. (Característica Operativa del Receptor). Estas curvas fueron adoptadas por los epidemiólogos en la década de 1980 para ayudarlos a decidir cuándo un paciente se ha recuperado de una enfermedad. Lo complicado era elegir el punto concreto de la curva y según un estudio conjunto de la Universidad de Warwick y de Cambridge, la solución venía de la mano de una adecuada utilización del famoso teorema. Platón, que pasó largas temporadas en la Magna Grecia, también bebió de las fuentes pitagóricas, según dejó escrito su discípulo Aristóteles.

La gaviota veía lejos y volaba alto buscando un lugar donde detenerse. A vuelo de pájaro, Sicilia es una gran isla de forma triangular que flota sobre el Mediterráneo; fue fenicia, griega, romana, bizantina, normanda y aragonesa, y allá, “donde todo cambió para seguir igual”, al final se hizo italiana. Aquel día, perdido en el tiempo, la gaviota tras volar y volar divisó un lugar lleno de congéneres reunidos sobre una magnífica roca. Dobló sus alas y planeando lentamente se posó sobre ella. Acababa de aterrizar en Ortigia, sede original de la ciudad de Siracusa, ínsula conocida desde la antigüedad entre otros sobrenombres como la “Roca de las gaviotas”.

Aquí nació alrededor del año 287 a.C. el inventor, ingeniero, físico y matemático Arquímedes. A él le debemos inventos como el célebre tornillo que lleva su nombre y que aún se sigue usando para bombardear líquidos y sólidos semifluidos; fabricó máquinas de guerra y de asedio para la defensa de la ciudad y cuenta la leyenda que consiguió quemar las naves enemigas mediante un juego de espejos. A él se le atribuye la célebre frase “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, con relación a su obra sobre la ley de la palanca. Entre sus trabajos, el más famoso es el relativo a los cuerpos flotantes, el conocido como principio de Arquímedes: “todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia arriba igual al peso de fluido desalojado” !Eureka!: exclamó el genio cuando lo descubrió. Es el grito más famoso de la ciencia, que celebra el descubrimiento de algo buscado con gran ahínco.

!Eureka!: exclamó el genio cuando lo descubrió. Es el grito más famoso de la ciencia, que celebra el descubrimiento de algo buscado con gran ahínco.

Aunque Arquímedes murió en el año 212 a.C. durante la segunda guerra púnica, su obra se mantiene viva en el tiempo, especialmente desde que se descubrió el conocido como Palimpsesto de Arquímedes, un manuscrito que conservaba siete tratados escritos anteriormente pero borrados durante la Edad Media para aprovechar el pergamino, práctica habitual de la época. Afortunadamente se han podido recuperar gracias a los rayos X, la luz infrarroja y la ultravioleta. En la mecánica de fluidos se utiliza el Número de Arquímedes (Ar) para relacionar las fuerzas gravitacionales con las fuerzas viscosas y se llama así por la investigación que hizo el físico de Siracusa respecto al movimiento de los fluidos en función de sus diferencias de densidad.

Los fluidos pueden ser gaseosos o líquidos. Los fluidos biológicos: sangre, orina, saliva, lágrimas, semen, bilis, líquido cefalorraquídeo, líquido amniótico etc., se rigen por las leyes de la hidrodinámica, rama de la hidráulica que estudia el movimiento de los mismos. Conocer su comportamiento desde el punto de vista fisicoquímico es primordial a la hora de aplicarlo al desarrollo de las técnicas farmacéuticas. De ahí la importancia del estudio de los principios de la farmacocinética y la farmacodinámica. Recordemos que la velocidad de acceso de un fármaco a un tejido depende de la velocidad del flujo sanguíneo hacia dicho tejido, de la masa tisular, y de los coeficientes de partición entre la sangre y el tejido.

Una vez más nos damos cuenta de como las leyes de la naturaleza influyen en todos y cada uno de los procesos biológicos de los seres vivos, que a su vez dependen de innumerables factores, tales como el ecosistema.

El fluido más ansiado por los humanos siempre ha sido el agua. Curiosamente las primeras civilizaciones se asentaron sobre fallas tectónicas y esto se debe a que en los límites de las placas que constituyen la corteza terrestre se fueron creando manantiales de agua. Por el contrario, los fluidos más temidos son, indudablemente, la lava y el flujo piro-plástico (mezcla de gas volcánico, material sólido caliente y aire atrapado). Entonces, se preguntarán ustedes, el porqué de las colonizaciones humanas en territorios volcánicos. Sencillamente porque la tierra volcánica es una fuente de riqueza biológica, donde se cultivan especies como el café, plátanos o las viñas de malvasía.

La gaviota sintió un temblor y levantó el vuelo. Ella sabía que el dios Vulcano que moraba un poco más al norte, se había despertado.

La gaviota sintió un temblor y levantó el vuelo. Ella sabía que el dios Vulcano que moraba un poco más al norte, se había despertado. El Etna se había enfadado y a lo lejos mostraba su penacho de humo recordando a sus súbditos quién manda en estos lares. A sus pies, bellísimas localidades se asoman a un mar azul turquesa. El ave aminoró su velocidad y se lanzó en busca de algún que otro pez. El litoral era muy escarpado, pues cuenta la leyenda que aquí el Cíclope Polifemo tras haber sido cegado por Ulises, se enfureció de tal forma que lanzó enormes piedras sobre el héroe que huía por el mar. Esta costa es conocida como la Ribera de los Cíclopes y va desde Catania a Taormina. En Taormina, nuestra gaviota se mostró celosa, pues descubrió el canto alegre de un ruiseñor que brotaba de este “paraíso en la Tierra”, como la definió Goethe cuando la visitó durante su famoso “Viaje a Italia”.

Escritores, dramaturgos y poetas buscaron aquí la inspiración entre buganvillas y palmeras: Somerset Maugham, Tennessee Williams, D.H. Lawrence, Durrell. Artistas como Klimt o Paul Klee la pintaron subyugados por la belleza espectacular del teatro grecorromano que parece dormir acunado por el Etna. A veces, muy de mañana entre sus piedras se oye el pasado; leyendas clásicas, tan sugestivas que han llegado a nuestros días e incluso forman parte de la tradición cultural de Occidente: Prometeo, Hércules, Pandora, Perseo, Jasón… y por supuesto el mito de Odiseo, tan íntimamente relacionado con esta gran isla. En el relato homérico, los diez años que Ulises pasa viajando por el Mediterráneo en su regreso a Ítaca, llenos de aventuras y desventuras, es considerado como la búsqueda de una patria espiritual siendo un incesante referente literario. El ejemplo más patente es indudablemente el Ulises de James Joyce del que ahora se cumplen 100 años.

Prometeo, Hércules, Pandora, Perseo, Jasón… y por supuesto el mito de Odiseo, tan íntimamente relacionado con esta gran isla.

Nuestra gaviota sintió la llamada de su bandada. Antes de regresar a su roca no pudo resistir la tentación de abrir sus alas, poner rumbo al norte y sobrevolar con nostalgia, los teatros, las iglesias y los palacios barrocos de Palermo donde aún se pueden sentir retazos de la época que describió Giuseppe di Lampedusa en su novela El Gatopardo.

Bajo un manto de estrellas, un poco antes de la hora en que la niebla y el mar se encuentran, las sirenas de Ulises entonaron su mágico canto, volviendo a hechizar la tierra donde el genio de Siracusa acuñó el grito más famoso de la ciencia: ¡Eureka!

]]>
Por el camino de los almendros en flor https://www.farmaceuticos.com/revista/historias/por-el-camino-de-los-almendros-en-flor/ Fri, 10 Jun 2022 15:13:00 +0000 https://www.farmaceuticos.com/revista/?post_type=stories&p=1463 Fiel a su cita, el heraldo de la primavera llegó entregando su flor primera. Entre sus ramas, se tropiezan las mariposas, que en su deambular los nuevos colores hacen brillar. Agreste y austero, adorna los caminos, es promesa de un manjar: la almendra que vendrá.

La floración de los almendros es siempre un alegre acontecimiento cuando sus flores blancas y rosadas llenan parques y caminos. Es el prunus más madrugador. Sentir el despertar de la primavera nos hace más felices y amables. Según los neurocientíficos, pasear bajo los árboles mejora los niveles de estrés. Y es que el mundo vegetal tiene mucho que enseñarnos. Señala Stefano Mancuso, director del Laboratorio Internacional de Neurología Vegetal de la Universidad de Florencia, que las plantas son capaces de intercambiar muchísima información, bien a través de las raíces en forma de impulsos, bien a través de moléculas liberadas a la atmósfera. Es un proceso de autoprotección ante posibles peligros para preservar el medio del cual depende su vida. Hablan entre ellas, y entre murmullos esperan la señal que les diga que el invierno ha terminado y que comenzará el buen tiempo.

La floración de los almendros es siempre un alegre acontecimiento cuando sus flores blancas y rosadas llenan parques y caminos. Es el prunus más madrugador.

El almendro será el primero en despertar de su sueño invernal. Le seguirán el cerezo, el ciruelo, el albaricoquero y el melocotonero. Todos ellos poseen características morfológicas semejantes: pertenecen al género Prunus. Gracias a sus frutos de gran calidad son viejos conocidos por la humanidad. El cerezo tiene su origen en el Mar Negro; su fruta, la dulce y carnosa cereza, es fuente de vitaminas A y C, rica en hierro y sales minerales. Desde el Valle del Jerte hasta el Japón, su floración es todo un acontecimiento festivo. El ciruelo da asimismo un fruto abundante en hidratos de carbono, vitaminas y es, al igual que las cerezas, laxante.

El melocotón y el albaricoque se cultivan en China desde tiempo inmemorial. El melocotonero es conocido como «el árbol de la vida» y su fruto redondeado de fina piel, tiene allí un simbolismo de protección e inmortalidad. Por su alto contenido en nutrientes y fibra, se puede usar como guarnición; en mermeladas; en almíbar; y principalmente en zumos.

Al igual que todos los alimentos, los prunus, especialmente el melocotón, pueden producir alergias. Las manifestaciones clínicas se localizan a nivel orofaríngeo o urticarias y posiblemente una gran mayoría de alérgicos al melocotón, lo son al polen. Es lo que se conoce como alergias cruzadas. Las reacciones alérgicas están relacionadas con la histamina y para contrarrestar los efectos se usan principalmente los fármacos antihistamínicos que actúan a nivel de los receptores H1. La primera sustancia con actividad antihistamínica (2 isopropil-5-metil-fenoxietil) dietil amina, la sintetizó un farmacéutico, el hispano francés Ernest Fourneau en colaboración con la bioquímica Anne María Staub en 1933, pero no fue hasta 1942 cuando se utilizó la fenbenzamina de forma terapéutica en humanos. La molécula de histamina había sido sintetizada in vitro por vez primera en 1907 por Windaus y Vogt. Posteriormente George Barger (químico nacido en Manchester) y Henry Dale (farmacólogo y fisiólogo londinense) la aislaron del cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea) en 1910.

La primera sustancia con actividad antihistamínica (2 isopropil-5-metil-fenoxietil) dietil amina, la sintetizó un farmacéutico, el hispano francés Ernest Fourneau en colaboración con la bioquímica Anne María Staub en 1933

Entre las enfermedades asociadas a la histamina se encuentran ciertas enfermedades respiratorias que causan broncoconstricción, obstrucción nasal y asma bronquial. Hoy día ya se habla de antihistamínicos de tercera generación con claras ventajas farmacológicas sobre los anteriores.

Hace cien años moría el genial escritor francés Marcel Proust. Su novela, En busca del tiempo perdido, cuya lectura es todo un reto, es infinita en tiempo, espacio y evocación. Para aquellos que la conocen, el larguísimo relato (compuesto por siete volúmenes), quedará para siempre en su memoria. Es un retrato de la sociedad parisina decadente y sofisticada, pleno de referencias históricas. Un lienzo impresionista, donde los personajes entran y salen en escenarios llenos de nostalgia, y en el que como música de fondo se oye a Wagner, Chopin, Frank, Gounod o Mozart. Un soliloquio, donde el escritor relata el amor y los celos, la ansiedad, el tormento y el dolor. Sobre todo el dolor.

Su vida personal y literaria se vio afectada por el asma severa que padeció hasta su muerte. Su padre Adrien Proust fue un eminente patólogo y epidemiólogo. Su hermano Robert que también era médico, nunca olvidó la primera crisis asmática que padeció el pequeño Marcel cuando contaba con nueve años de edad y creyeron que iba a morir. Este fue el primero de los muchos episodios que de esta enfermedad sufrió el autor a través de su vida. Aunque tuvo algunos años de mejoría, el asma nunca le abandonó. Incluso empeoró debido a los tratamientos de la época consistentes en purgas, uso de cigarrillos para asmáticos, fumigaciones, alimentación solo de leche y aislamiento. Como se pensaba que era un problema nervioso fue asimismo tratado con tranquilizantes y tónicos y para contrarrestar su debilidad consumía grandes cantidades de cafeína, lo que le provocaba insomnio.

Su hermano Robert que también era médico, nunca olvidó la primera crisis asmática que padeció el pequeño Marcel cuando contaba con nueve años de edad y creyeron que iba a morir.

Un hombre que vivía entre el sueño y la vigilia, que fue capaz de narrar los placeres, las emociones y las situaciones cotidianas por medio de la memoria involuntaria, que es la que trae los recuerdos, plenos y vivos, como si el tiempo no existiese. Bien conocido es el episodio en el primero de sus volúmenes, «Por el camino de Swann», de la descripción de la magdalena en la que el protagonista recupera sus más tempranos recuerdos y sensaciones, al mojarla en un té caliente y degustarla.

En el quinto libro de la serie, «La prisionera», compara la memoria con una vieja botica: «En nuestra memoria hallamos de todo; es una especie de farmacia, de laboratorio químico en el que uno, al azar, toma ora una droga calmante, ora un peligroso veneno».

Prisionero de su padecimiento y aislado del mundo real, recordaba que de pequeño, observaba las floraciones primaverales a través de un cristal. Soñaba con» recobrar el tiempo perdido», «ir por el camino de Swann», o «charlar con las muchachas en flor». Proust amaba la naturaleza especialmente los espinos en flor y las florecillas silvestres de los caminos. Quería sentir el deseo de vivir al encontrarse con la belleza.

¿Que tendrán estos árboles que tanta emoción transmiten? ¿Será su fugacidad, su fecundidad o su armonía?

La belleza que encierra el cuadro de los frutales de Monet, donde la primavera se deja ver a través de las ramas de los mismos; la luz naciente que trasciende desde los almendros en flor pintados por Van Gogh. Recordemos que el dramaturgo Jardiel Poncela, a «Eloísa bajo un almendro la ubicó» y que Chejov en su obra «el Jardín de los cerezos», personifica la nostalgia de un tiempo lejano. Y precisamente un campo sembrado de melocotoneros es el protagonista de la película ganadora del Oso de Oro de la Berlinale en 2022, » Alcarràs» dirigida por Carla Simón.

¿Que tendrán estos árboles que tanta emoción transmiten? ¿Será su fugacidad, su fecundidad o su armonía?

Las cigüeñas hace tiempo que llegaron. Las abejas renuevan su ofrenda consumándose el milagro de la polinización. Los pétalos irán cayendo como lluvia sobre los caminos, que se irán pintando de blanco y rosa. Flores delicadas, añoranza del Edén. Es el prodigio de la primavera.

]]>